La idea que os traigo hoy es exclusiva para los más peques (o no).
Seguro que en algún momento de vuestras vidas, cuando se os cayó un diente, vino a veros un diminuto ser y os dejó un regalito. En efecto, estamos hablando del “ratoncito Pérez”. Conocido con otros nombres dependiendo dónde viva el peque al que va a visitar (la rateta en Cataluña, Maritxu teilatukoa en el País Vasco, L’esquilu de los dientis en Cantabria…). Pero ¿sabéis cuál realmente es su origen?
Este personaje se creó a finales del siglo XIX y su autor es el Padre Luis Coloma al que desde palacio, le pidieron que escribiera un cuento a Alfonso XIII que entonces tenía 8 años y se le acababa de caer un diente. El escritor creó la historia de un ratón que vivía con su familia dentro de una caja de galletas, en el almacén de la entonces famosa confitería Prats, en el número 8 de la calle del Arenal en Madrid. El roedor se escapaba de su casa para ir a visitar al pequeño rey Buby (cómo llamaba cariñosamente la reina a su hijo Alfonso) y a otros niños pobres que habían perdido algún diente. Gracias a estos cuentos, el monarca descubrió que había niños que vivían en condiciones muy precarias y que pasaban necesidades.
Si aún tenéis dudas de si existió o no el ratoncito Perez, que sepáis que en Madrid, en la parte inferior de uno de los accesos a la estación Banco de España, podréis encontrar la puerta con la que el Ratoncito Pérez llega a todas las habitaciones del mundo mundial. Así que para facilitarle el trabajo, mi propuesta de regalo es la siguiente: puerta del ratoncito Pérez.
Mis recomendaciones:
- Tiene que ser una puerta mágica para que el ratoncito Pérez pueda encontrarla y así saber por donde tiene que entrar a recoger su diente.
- Tiene que tener un cestito para el diente. No queremos que se pierda y que el ratón no lo encuentre.
- Una escalera. Nuestro ratoncito es pequeño y sin una escalera es posible que no llegue al cesto donde está el diente.